Todos los presentes recordaremos 2020 como el año de El Confinamiento o Lockdown: el año en que estuvimos confinados en nuestros hogares como consecuencia de la pandemia COVID-19.

La COVID-19 es un fenómeno primordialmente sanitario y social, y no debemos nunca olvidar eso. Sin embargo, ha tenido también un fuerte impacto económico y empresarial que tendrá repercusiones en los años posteriores.

Más allá de las medidas concretas adoptadas por cada país, la tendencia general global fue intentar “dar al botón de pause” como primera medida para frenar la rápida propagación de la pandemia.

En apenas unos días pasamos a estar totalmente encerrados en casa con todos los locales y negocios cerrados excepto los considerados servicios esenciales.

Durante unos meses el mercado “se rompió”: un break total a nivel internacional que no había tenido un equivalente en la historia reciente.

En el ámbito empresarial y financiero, hay una serie de lecciones que deberíamos grabarnos a fuego. Y muchas otras que estoy segura todavía no hemos aprendido porque están por llegar.

1. La clave: el flujo de caja

Uno de los efectos más rápidos del confinamiento fue la crisis de liquidez.

De un día para otro los ciudadanos nos encerramos en casa, los negocios tuvieron que cerrar o adaptarse a horarios o medidas excepcionales de seguridad sanitaria. La generación de ingresos se redujo enormemente pero especial impacto tuvo la reducción de flujos de caja.

No nos cansamos de repetir que cobros e ingresos son conceptos distintos. Los ingresos (asociados a la venta) no «pagan». Un ingreso genera un derecho de cobro, pero solo el cobro (asociado a un flujo de caja) es capaz de pagar.

Muchas empresas han tenido problemas de liquidez por no ser capaces de cobrar de sus clientes para obtener liquidez para pagar a sus proveedores. Las Necesidades Operativas de Fondos se incrementaron rápidamente porque las empresas no eran capaces de convertir en liquidez sus activos circulantes (existencias y clientes).

De hecho, una de las primeras decisiones que tomaron casi todos los empresarios y autónomos fue negociar con sus proveedores medidas y acuerdos para retrasar los pagos, consiguiendo así financiación de sus proveedores. En el mejor de los casos, muchos han conseguido incluso la condonación de pagos como alquileres, etc.

Pero, claro, esta negociación supone para el proveedor un retraso en el cobro… que le obliga, a su vez, a negociar con sus propios proveedores. Y así es como se generalizan las crisis.    

2. Los riesgos del apalancamiento financiero

Una de las decisiones más importantes de un proyecto de inversión es cómo financiarlo: el nivel de apalancamiento y el origen de las diversas fuentes de financiación.

El apalancamiento representa la relación entre deuda y fondos propios dentro de la estructura financiera de un proyecto o empresa. Un mayor nivel de endeudamiento permite un mayor potencial de crecimiento (ya que contamos con más recursos de los que podríamos tener si contáramos solo con nuestra financiación) pero incrementa el riesgo de la operación.

En toda crisis financiera, el alto nivel de apalancamiento suele convertirse en uno de los primeros factores de default de un proyecto, ya que los acreedores son los primeros en cobrar.

El accionista queda “al final de la cola” y, cuando vienen mal dadas, esto puede incluso suponer que tenga que volver a aportar recursos de su propio bolsillo para pagar a los distintos acreedores.

3. La dependencia de un buen sistema de gestión de existencias y del proceso logístico

Con la COVID-19 nos encerramos en casa en invierno y salimos casi en verano en el hemisferio norte.

Los negocios se preparaban para afrontar la temporada de primavera y ésta pasó de largo.

Esto ha tenido un gran impacto en sectores como el textil, restauración, hotelero… sectores con una estacionalidad de demanda muy marcada.

En esta situación, además, la naturaleza de las existencias de cada negocio tiene un gran impacto en la estrategia a adoptar.

Empresas con stocks perecederos como los restaurantes, se encontraron con que no podían dar salida a materias primas ya en almacén que se iban a estropear y tendrían que tirar. Muchas empresas incluso optaron por regalar estos activos antes que tirarlos. 

Otros negocios con productos no perecederos pero de mayor estacionalidad como ocurre con el sector de la moda, han tenido que intentar potenciar el negocio online para darle salida a toda la línea que tenían en stock. Y, aquello que no han podido liquidar, ha tenido que salir a mercado a posteriori en formato de “rebajas”.

Algunas empresas han optado por guardarse ciertas colecciones para el año próximo, pero debemos recordar que esto genera importantes costes de almacenamiento y no todas cuentan con medios para ello.

Por último, el Lockdown generó también una fuerte ruptura de todos los medios de transporte, sobre todo a nivel internacional. Cuanto más dependiente sea un negocio del proceso logístico, ya sea por el origen de sus materias primas o por el diseño de su cadena de producción, más habrá sufrido este break.

Es el caso, por ejemplo, de las empresas con sistemas Just In Time (JIT) donde la cadena logística es clave en un proceso productivo diseñado al milímetro para reducir al máximo las existencias. En este caso, si el producto no llega, no hay reservas para avanzar con la producción y toda la cadena se paraliza.

4. La importancia del análisis como forma de entender nuestro modelo de negocio

Es cierto: nadie podía anticipar lo que ocurrió. De hecho, si hubiera sido así, el resultado habría sido otro.

Ahora bien, el análisis entendido como forma de estudiar nuestro modelo de negocio y las interdependencias con su entorno, es fundamental para reaccionar lo más rápido posible ante este tipo de situaciones adversas.

El análisis de escenarios nos permite entender cómo responde nuestro proyecto ante, por ejemplo, variaciones en la demanda, incremento de costes de materias primas o costes logísticos.

Era difícil anticipar lo que estaba por pasar, pero durante estos últimos meses muchos analistas nos hemos dedicado a hacer y rehacer nuestros modelos para entender dónde estaba el límite de cada modelo de negocio y, lo más importante, poder adoptar respuestas rápidas para alcanzar un nuevo punto de equilibrio.

5. Flexibilidad para adaptarse a las nuevas circunstancias

¿Recuerdas la obsesión de los primeros momentos por el papel higiénico? Si alguien nos llega a decir que ante una pandemia mundial iba a entrarnos prisa por comprar este artículo, pensaríamos que era una broma.

Más avanzado el confinamiento nos dio por hacer pan casero, por lo que la levadura se convirtió en el nuevo “huevo de oro”.

Los consumidores somos irracionales, especialmente en los momentos de mayor crisis.

Ser capaz de adaptarse con rapidez a cualquier cambio en las tendencias de mercado es uno de los factores determinantes de la supervivencia y crecimiento empresarial.

Todos recordamos empresas del sector de la cosmética que rápidamente reconvirtieron sus fábricas para fabricar gel hidroalcohólico. O empresas textiles que dejaron de fabricar ropa para producir mascarillas y trajes de protección para el personal sanitario durante los días más duros de la pandemia.

Pero no es necesario un cambio tan drástico como el del producto o servicio ofrecido sino que muchos negocios se adaptaron rápidamente cambiando el formato o el canal de distribución, pasando a un modelo online o de homedelivery.

Como ejemplos encontramos restaurantes, supermercados, librerías, tiendas de ropa o material deportivo con plataformas online y servicio a domicilio para favorecer el consumo confinado.

Pero también otros modelos de negocio como el de los gimnasios y entrenadores personales, sector educativo e incluso el sector cultural y de ocio (como los museos o teatros), se adaptaron brindando sus servicios online y en streaming para que pudiéramos acceder a su oferta desde casa.

Debo acordarme de no olvidar

Desde luego, recordaremos siempre el impacto de esta pandemia sobre todo por la huella que ha tenido en las personas, especialmente por aquellos que lamentablemente ya no están. Los libros de historia hablarán sobre este momento y sus consecuencias, que aún no podemos conocer completamente.

Pero recordaremos también toda una serie de lecciones sociales y empresariales que cambiaron nuestra forma de vida y los modelos de negocio.