Comentamos a menudo que una de las principales críticas que reciben los métodos tradicionales de valoración de inversiones (VAN, TIR, payback, etc.), es que tienen en cuenta una realidad que existe hoy, con un conjunto de circunstancias, hipótesis y posibilidades determinadas.
Cuando valoramos un proyecto de inversión a futuro, estamos “escribiendo” ese futuro, para plasmarlo en un modelo que nos permita dar un valor determinado.
El problema es que estamos dando un valor a un futuro X, sin considerar que pueden darse otras circunstancias que nos permitan movernos a un futuro paralelo Y.
Esto, que a priori parece tan fantasioso, digno de la mejor película de ficción, es lo que consideramos cuando valoramos un proyecto de inversión a través de los métodos de valoración de opciones reales.
Con estos métodos, consideramos la opción de que pase algo en el futuro, que nos permita cambiar la dirección que sigue nuestro proyecto.
Pongamos por ejemplo que quiero decidir si invierto en un local para abrir una tienda de ropa.
Por los métodos tradicionales de inversiones, estimaríamos los Flujos de Caja previstos de nuestra tienda para los próximos… 5? 7? 10 años? Y si consideramos que es un proyecto a perpetuidad, estimaríamos un valor residual para ese negocio desde el año n+1 en adelante.
Confrontaríamos estos flujos de caja previstos con el valor inicial requerido de inversión (el importe total a invertir para adquirir y poner a punto el local) y decidiríamos, en función de que obtengamos un Valor Actual Neto positivo o negativo, la realización o no de ese proyecto.
Imaginemos que hacemos una proyección a 10 años y estimamos que no vamos a poder rentabilizar nuestro proyecto, obteniendo un VAN negativo.
En ese caso, no emprenderíamos nuestro nuevo negocio.
Ahora bien: ¿Qué ocurriría si me ofrecieran hoy la opción de recomprarme el local en 5 años si yo así lo quisiera entonces?
En ese caso nuestro análisis cambiaría. Porque deberíamos tener en cuenta que tenemos esa opción a nuestro favor. Si en 5 años las cosas no van bien, puedo “revender” el local.
Obviamente, la adquisición del local será por un precio mayor, ya que dicha opción tiene un valor económico y un precio. Pero es probable que, en un nuevo ejercicio de valoración, ahora sí me interese emprender el negocio.
Porque si en 5 años el negocio no va bien, podría ejercer mi opción de vender el local y recuperar un precio determinado por él.
Esa opción tiene un valor económico que afecta al valor de nuestro proyecto y que hay que considerar en nuestros modelos de valoración de inversiones. Y esto es lo que hacen los modelos de valoración de opciones reales.
Podemos encontrarnos proyectos de inversión con un VAN negativo pero que decidimos emprender por que tienen una opción real implícita cuyo ejercicio haría que la inversión sea rentable.
No vamos a entrar aquí en cómo valorar dichas opciones ya que siguen modelos económicos, financieros y estadísticos complicados que requieren un monográfico en sí mismo. Lo que sí revisaremos serán las principales opciones reales que nos podemos encontrar a la hora de emprender y valorar un proyecto de inversión.
Tipos de opciones reales
Partamos de la base de que se considera opción real todo acuerdo que permita a alguna de las partes tomar una decisión en el futuro sobre algún aspecto que afecte al rumbo de un proyecto de inversión.
Te podrás hacer una idea de que, en función de la imaginación de cada uno, podemos encontrarnos con acuerdos de lo más variopinto.
Sin embargo, las opciones más usuales que veremos serán las siguientes (y, en la mayoría de los casos, el resto de acuerdos más o menos particulares que nos encontremos serán derivaciones de éstas):
Opciones de crecimiento, expansión o ampliación
Las opciones de crecimiento nos permiten tomar la decisión de ampliar o hacer crecer nuestro proyecto de inversión en el futuro.
Por ejemplo, podemos optar por abrir una pequeña tienda y tener la opción en unos años de adquirir el local contiguo. Obviamente, esta decisión la tomaremos en el futuro, en función de cómo evolucione el mercado y la actividad de mi negocio.
Opciones de abandono o reducción
Al contrario que las opciones de crecimiento, este tipo de opciones nos permitirán tomar la decisión de terminar con nuestro proyecto o reducir su alcance. Esto lo haremos si en el futuro empeoran los resultados más allá de lo previsto inicialmente.
Por ejemplo, los contratos de prestación de servicios con puertas de salida cada cierto tiempo permiten a las partes rescindir dichos contratos sin penalizaciones o con penalizaciones limitadas. Esto da la tranquilidad de que no nos atamos a la contraparte en el caso de que el acuerdo o negocio no evolucione como se esperaba.
Opciones de diferir, prorrogar o posponer
Cuando emprendemos un proyecto en entornos de gran incertidumbre, la opción de tomar una decisión en un momento posterior incrementa el valor de dicho proyecto. Y es que las previsiones que podremos realizar más adelante serán en teoría más seguras que las que podemos tomar hoy (al menos, tendremos más información disponible entonces que ahora).
Supongamos que dirigimos una cadena de supermercados y nos ofrecen incluir en nuestro lineal un producto nuevo, pero debemos comprometernos a adquirir un mínimo de unidades anuales por contrato. Si se trata de un producto de nuevo lanzamiento, tal vez prefiramos esperar unos meses para ver si tenemos algo más de claridad sobre la aceptación del mercado de dicho producto antes de comprometernos a nada.
Opciones de producción
Las opciones de producción son aquellas que permiten tomar decisiones sobre la cadena de producción en el futuro.
Por ejemplo, adquirir un activo productivo que podría destinarse en el futuro a la producción de otro bien o servicio diferente. En ese caso, la flexibilidad de producción incrementará el valor de dicho activo.
Aportaciones de la valoración por opciones reales
Resulta obvio que la flexibilidad de tomar una decisión en el futuro en lugar de hoy tiene un valor añadido.
Considerar esta flexibilidad en los modelos de valoración de inversiones permite hacer aproximaciones más realistas a la realidad empresarial.
El valor de estas opciones es precisamente lo que justifica la realización de proyectos que a priori parecerían desaconsejables desde el punto de vista económico-financiero. Proyectos que se deciden adoptar por motivos estratégicos.
Estos motivos estratégicos en realidad se basan en la opción que dicho proyecto nos ofrecerá en el futuro ya sea de crecer en nuevos mercados, crecer en líneas de producción o poder echarnos para atrás si las cosas no salen como esperábamos.
Ahora bien, estos modelos adolecen de una gran complejidad en su cálculo, ya que requiere de datos sobre volatilidades, probabilidades, etc. Datos difícilmente observables en el mercado y que muchas veces llevan a estimaciones por aproximación, lo que nuevamente genera la crítica sobre la verosimilitud de las valoraciones realizadas.