Hace poco escuché por primera vez el término emprendepobres. Pese a lo “triste” del concepto, creo que no puede ser más gráfico e ilustrativo: Emprendedores con una idea (buena o mala, no entro en ello ahora) que confían en ella y se lanzan al mercado, pero al final, tras darse una serie de circunstancias, acaban sin negocio y sin dinero.

Pongamos como ejemplo a Manuel, un apasionado de hacer cupcakes y todo tipo de pasteles como hobbie. Es tal su pasión que se plantea abrir una cafetería-pastelería y dejar su trabajo. Tiene un dinero ahorrado que le permitiría lanzar su negocio y salir adelante durante unos meses hasta que el negocio despegue y le de dinero.

Antes de nada, Manuel estudia en Internet todo lo que tiene que hacer para emprender su negocio. Hay muchas páginas en internet y blogs de los que saca toda la información que necesita sobre distintos campos: Estrategia, Marketing, Contabilidad, Impuestos, Gestión de Equipos… ¡Tantas cosas por hacer pero tanta ilusión!

Está decidido: ¡Va a por ello!

Comunica en su empresa que deja su trabajo por su nuevo negocio y todos sus compañeros le desean el mayor de los éxitos.

Hace todo lo que ha estudiado que tiene hacer: analiza las distintas zonas, el público objetivo, los locales, los competidores, contacta con proveedores, define la estrategia de publicidad y lanzamiento…

Finalmente, opta por una zona determinada de la ciudad y alquila un local aparentemente bien situado. Aunque el alquiler es algo caro, es una buena zona, con una renta media bastante alta por lo que podrá poner precios algo más altos a cambio de ofrecer un servicio exclusivo.

Contrata a un diseñador y juntos estudian dónde situar la barra, mesas y sillas, la gama de colores en tonos pasteles, cuadros de capitales europeas en las paredes… También habla con un amigo gestor que le explica todo el papeleo y gestiones que tiene que hacer para abrir el local.

Alquila el local e invierte parte de sus ahorros en licencias, remodelar el espacio, decorarlo, comprar el mobiliario, etc. Contacta con distintos proveedores y lanza los pedidos iniciales para el día de la apertura.

Como Manuel tiene cabeza sólo contrata a una persona para que le ayude por las tardes y, a medida que despegue el negocio, verá si es necesario contratar a alguien adicional. Además, cuenta con la ayuda de la familia para los picos de trabajo que puedan tener en fin de semanal y su amigo gestor le lleva la contabilidad y los impuestos.

3,2,1…

Marca un día X para la apertura y abre una cuenta en todas las redes sociales anunciándolo, reparte panfletos por el barrio e incluso pone un gran cartel en la puerta del local aún cerrado avisando del día de la apertura.

Como estrategia de llamada ofrece un pastel gratis con el primer café. Todas las estrategias de marketing que ha estudiado que funcionan.

El día del lanzamiento invita a amigos y familiares y el local se llena.

Termina el día y está agotado pero feliz…

Apertura de cafetería

Pero, al día siguiente de la apertura oficial, el volumen de clientes es muy pequeño. Pasan los días y tiene pocas visitas.

De lunes a jueves, durante las mañanas prácticamente no entra nadie en el local. Por las tardes algún conocido o vecino del barrio que viene a conocer el sitio. Los pasteles que ha preparado por la mañana no puede ofrecerlos el día siguiente así que no tiene más remedio que regalarlos o tirarlos. Los fines de semana hay una mayor afluencia de público pero sigue sin parecer suficiente…

Pasan unos meses y su colchón financiero va menguando y las facturas empiezan a ahogarle un poco.

Como Manuel confía mucho en su negocio, hace uso de una línea de crédito para pagar las facturas, confiando en que se trate de un problema puntual de liquidez y sea cosa de unos meses que el negocio relance y poder pagar todo lo que debe.

Varios meses después el negocio no termina de despegar y ya no puede hacer frente a todas las facturas e intereses financieros por el dinero que ha pedido.

Con toda la tristeza del mundo, toma la decisión de cerrar su negocio ya que no quiere quedarse sin dinero ni endeudarse más.

Un año después del lanzamiento se encuentra sin negocio y sin dinero

Pero… ¿Qué ha pasado? No era una mala idea de negocio, hay muchas cafeterías que han abierto en este periodo y han triunfado. Los pasteles que hace Manuel son buenos, la estrategia de marketing era adecuada… Pero aún así ha perdido dinero.

Entonces, ¿Qué ha fallado? Todo y nada en particular.

Se han dado un conjunto de circunstancias y hechos que, aunque previstas o previsibles con algo de análisis, no se habían combinado en «la coctelera».

Un alquiler del local alto, necesidad de inversión inicial no recuperable, gastos de personal (salarios, seguridad social, uniformes, etc.), altos costes de marketing y promoción, falta de experiencia en la negociación con proveedores, etc.

Todos estos y otros elementos que, de forma conjunta, daban lugar a un escenario en el que probablemente Manuel habría visto que no podía permitirse ese local en esa zona, o tenía que reducir la inversión al mínimo imprescindible o se habría dado cuenta de que no podía contratar aún a una persona hasta tener un volumen de negocio mayor.

En todo el proceso faltó un análisis completo sobre la viabilidad del negocio, es decir: un modelo financiero integral.

«No exageres, un modelo financiero es algo que hacen las grandes empresas cuando van realizar una inversión importante o lanzar una nueva línea de negocio

Esta afirmación es totalmente errónea. Cualquier inversión requiere un modelo financiero que nos ayude a entender todas las variables que le afectan, distinguiendo aquellas sobre las que tenemos posibilidad de influir de aquellas que no. En función de todos estos elementos, la “complejidad” del modelo será mayor o menor.

Elaborar el modelo requiere, ante todo, un ejercicio de reflexión y de “poner por escrito” todos los elementos, circunstancias, relaciones e interrelaciones y posibles escenarios que rodean a nuestro proyecto.  

Este ejercicio de reflexión es lo que más valor aporta y es necesario antes de emprender cualquier tipo de proyecto, independientemente de su tamaño o complejidad.

«¡Qué tontería! Un modelo financiero es un ejercicio teórico que no representa para nada la realidad y variabilidad de un negocio real”.

Aunque es cierto que un modelo financiero parte de un ejercicio teórico (porque se comienza a trabajar “antes de” y depende de una serie de hipótesis dadas), debe estar constantemente sujeto a revisión para confirmar que los datos de partida son correctos y ajustar o rectificar todo aquello que haya evolucionado respecto al momento inicial.

El modelo está siempre abierto y  va adaptándose a la realidad conforme tenemos más información sobre el entorno que rodea la inversión.

En conclusión: nuestro modelo debe ser siempre una herramienta que nos ayude a comprender y simplificar nuestro entorno y debe actualizarse de forma constante.

Además, si se trata de un entorno especialmente variable o incierto, podemos trabajar de forma paralela escenarios diversos. Incluso existen métodos de análisis de inversiones que pueden integrar, a la vez, todos los distintos escenarios combinados conforme a modelos estadísticos.

Manuel, sí que trabajó el modelo financiero. Hizo una comparativa de los alquileres de la zona, visitó las cafeterías y bares del barrio para ver su listado de precios e incluso habló con una gestoría que le informó sobre todas los trámites que tenía que cumplir para abrir su negocio y se aseguró de que le llevaran todas las cuentas”.

Todas esas gestiones y estudios son necesarios, pero no suficientes. Toda la información recabada tendría que haberla combinado en la coctelera que es el modelo financiero para ver la foto completa.

La combinación de la localización del local, el alquiler mensual, la necesidad de inversión, los precios… Daban como resultado un «marco» que, en su conjunto, no era adecuado para el proyecto de Manuel.

No es que el negocio no fuera rentable en sí mismo: No era rentable en las condiciones en que se planteaba.

Por otra parte, hablamos del modelo de negocio, no de contabilidad ni impuestos. Son áreas distintas de actividad y conocimiento.  

Este caso seguro que te ha resultado familiar…

Cambiemos el nombre de Manuel por fulanito y la cafetería por el negocio X.

Tal vez tú mismo has sido fulanito en algún momento de tu vida.  O tal vez estés ahora mismo en ese momento de análisis previo y por eso has llegado a este blog.

En este caso, sólo puedo decir que me alegro: juntos vamos a trabajar en analizar si tu idea de negocio es rentable o qué puedes hacer para que lo sea.

Puedes empezar por utilizar el modelo financiero de FINACOTECA con el que podrás hacer un estudio completo de viabilidad de tu proyecto.